domingo, 16 de julio de 2017

LOS PIZARRO Y SU HACIENDA


        El patrimonio de los Pizarro como grupo familiar, tanto en Extremadura como en Indias --cuestión en la que no debemos olvidar la importancia del matrimonio entre Hernando Pizarro, hermano del conquistador, y su sobrina, Francisca Pizarro Yupanqui-- es "la importante aportación" que nos ofrece la obra "Los Pizarro conquistadores y su hacienda"[i] recientemente publicada, según afirma en el prólogo de la misma el presidente del Patronato de la Fundación Obra Pía de los Pizarro, Hernando Orellana-Pizarro González, que recopila, además, los inmuebles monumentales vinculados a la familia, con amplias referencias a su historia, cronología, arquitectos y canteros.
            En la Baja Edad Media nacieron en Trujillo una serie de héroes que dieron que hablar en Europa: Luis de Chaves, el Viejo, paladín de los Reyes Católicos, cuando Trujillo era la capital de Extremadura; Diego García de Paredes, coronel de los Tercios    españoles, el Sansón extremeño; Luis de Alvarado, el Fuerte...; pero será en América donde las proezas de los héroes trujillanos brillaron con notoriedad. Allí aparecieron los grandes descubridores y conquistadores, como el hijo del Hércules extremeño de igual nombre, Diego García de Paredes que, a temprana edad, realiza su primer viaje a Indias  y actúa en Nicaragua, pasa posteriormente a Panamá y más tarde desembarcó en Perú, al lado de Francisco Pizarro;  Francisco de Orellana, que combatió en la batalla contra los almagristas y que alcanzó fama en el descubrimiento del río Grande de las Amazonas; Pedro Antonio de Hinojosa, lugarteniente de Hernando Pizarro y gobernador de Cuzco; religiosos como fray Gaspar de Carvajal y fray Jerónimo de Loaysa, primer arzobispo de Lima; arquitectos prolíficos como Francisco Becerrra, maestro cantero durante la segunda mitad del siglo XVI, que dejó en Trujillo obras impresionantes; y, sobre todos ellos, los hermanos Pizarro, por sus proezas, heroicidades, fortuna y renombre alcanzado en la conquista.
            Francisco Pizarro (Trujillo, 1478; Lima, 1541) se embarcó a las Indias en 1502, en la expedición organizada por Nicolás de Ovando con dirección a Santo Domingo. En 1509 explora, a las órdenes de Alonso de Ojeda, las costas de Urabá y Tierra Firme, donde recibe el mando de teniente general para repoblar la zona. En 1513 participa con Núñez de Balboa en el descubrimiento del Mar del Sur y la Isla de las Perlas y más tarde, en la conquista de Nombre de Dios y de Panamá. En 1524 sale de Panamá hasta llegar a la isla del Gallo. Allí se produce la escena de la raya en el suelo. Solo trece le siguieron, los "Trece de la Fama". Allí estuvieron seis meses sin víveres hasta que, en marzo de 1528, llegó el piloto Bartolomé Ruiz con alimentos y ropas, que les dio ánimos para continuar la expedición hacia el sur. Poco después llegaron a la isla de Santa Clara y posteriormente al valle de Túmpiz, donde divisaron un poblado importante al que pusieron el nombre de Nueva Valencia. Descubrieron Tawantinsuyu, nombre que daban los incas al reino de Perú  y regresaron a Panamá. En 1528 vino a la Península para informar a Carlos I y pidió al Consejo de Indias  su autorización para la exploración y conquista del Perú. Por las Capitulaciones de Toledo, de 1529, se le dio facultad para poder continuar con el descubrimiento, conquista y población del Perú. Y se le otorgaban el nombramiento de capitán general y gobernador de todos los pueblos que ganase de aquel imperio, con un salario de 725.000 maravedíes por año.  En febrero de 1530 sale del puerto de Sanlúcar de Barrameda, acompañado, entre otros, de sus tres hermanos de padre: los bastardos Juan y Gonzalo y el legítimo, Hernando, y el de madre, Francisco Martín González. En los primeros días de 1531, Pizarro sale de Panamá rumbo de nuevo al sur, con tres navíos, 180 hombres y 37 caballos con la intención de llegar a Túmpiz. Arribaron a Coaque  y después conquistaron la isla de Puná, donde había abundancia de oro y plata. Allí conocieron la guerra civil que había entre los incas, por ser estos del bando de Atahualpa y enemigos de los indios de Tumbes, partidarios de Huáscar.  Funda San Miguel. Antes de ponerse de nuevo en camino, Pizarro envía a Panamá los tres navíos con un cargamento de treinta mil pesos de oro y plata para captar nuevo personal para su causa y, tras permanecer  cuatro meses en el lugar, se dirigió a Cajamarca  con el fin de entrevistarse o apresar a Atahualpa, de cuyas atrocidades y riquezas ya tenía noticia, y sabedor de que si conseguía dominar al emperador de los Incas, tendría a su pueblo bajo su dominio. Su encuentro con Atahualpa ya sabemos cómo terminó. Pizarro lo hizo prisionero en su primer encuentro; le confinó en Cajamarca con sus tres esposas y le hizo aprender a leer y escribir, además de ser informado por él de los lugares en los que había oro. Atahualpa ofreció a Pizarro a su hermana favorita en matrimonio, Quispe Sisia, hija del emperador inca Huayna Cápac, que el trujillano  hizo bautizar como Inés Huaylas, y que le dio dos hijos: la primera, a la que llamó como su padre: Francisca Pizarro Yupanqui, y un segundo, Gonzalo, que murió muy joven.
            Pizarro se alió con la nobleza de Cuzco, partidaria de Huáscar, lo que le permitió concluir  la conquista del Perú. Atahualpa compró a Pizarro su libertad con 84 toneladas de oro y 164 de plata; pero Pizarro lo mandó ajusticiar por los delitos de sublevación, poligamia, adoración de falsos ídolos y por haber ordenado ejecutar a Huáscar.
            El 18 de enero de 1535 fundó la Ciudad de los Reyes, después conocida como Lima, y Trujillo, con lo que se inició la colonización de los territorios conquistados. El 26 de junio de 1541, Pizarro fue asesinado en Lima por los partidarios de Diego de Almagro.
            De los cuatro hermanos Pizarro que intervinieron en la gesta peruana, Hernando fue el único superviviente. El conquistador murió asesinado en Lima, como hemos dicho, en 1541; Juan había fallecido en 1536; Gonzalo perdió poder y vida tras la batalla de Xaquiahuana. Hernando contrajo matrimonio en España con su sobrina doña Francisca, hija y heredera universal del marqués don Francisco Pizarro y de la princesa incaica Inés Yupanqui, hija del emperador Huaynacapa. Al contraer matrimonio, Francisca tenía 17 años y su tío, 51. Ambos quedaron como herederos de la fortuna de los Pizarro y Francisca fue la única que sobrevivió de la generación de hijos mestizos que tuvieron en Perú los cuatro hermanos, desde que falleció su hermanastro Francisco en 1557.
            Los Pizarro empezaron a invertir sus caudales en Trujillo desde 1534: ese año Hernando compró la suerte de Valverde, por 190.000 maravedíes. En años sucesivos formalizaron muchas escrituras, en especial por Juan Cortés, regidor de Trujillo. En Perú, los Pizarro le entregaron unos 16.000 castellanos de oro para que los invirtiera en Trujillo o alrededores. Otros delegados participaron en la gestión de su fortuna. Juan de Herrera recibió 40.000 ducados en una posada cuzqueña de Gonzalo y Juan Pizarro y que, a su llegada a Sevilla, los entregó a Juan Cortés, cumpliendo órdenes. Juan Pizarro, muerto prematuramente en Cuzco hacia 1536, tuvo tiempo de mandar diversas partidas a Trujillo. Con el rescate de Atahualpa, la repartición fue la siguiente:, la parte proporcional del rey, los quintos, reportaron unos ingresos cuantiosos para la hacienda castellana; la Iglesia, 90 marcos de plata y 2.200 pesos de poro; el gobernador, 2.350 marcos de plata y 5722  pesos de oro; Hernando Pizarro, 1.267 marcos de plata y 31.080 pesos de oro; Hernando de Soto, 724 marcos de plata y 17.740 pesos de oro, y Juan Pizarro, 107 marcos de plata y 7.770 pesos de oro. Pizarro envió a España a su hermano Hernando en cuatro navíos que llegaron a Sevilla cargados de 708.580 pesos en oro y 49.008 marcos de plata pertenecientes a la Corona y particulares, los de mayor valor eran de Pizarro, invirtiendo Hernando en tierras y urbanas locales, consiguiendo hacerse con un importante patrimonio y una posición dentro de la aristocracia española.  En noviembre de 1598, Francisco Pizarro se dirigió a la escribanía de Pedro de Prado en Madrid con el fin de redactar el inventario de los bienes que, en su mayoría, estaban vinculados en el mayorazgo que heredó de sus padres, fundado en 1578, y para hipotecarlos debía obtener facultad o autorización. Gracias a esa autorización, podemos contar con los bienes de uno de los miembros más nobles de Madrid y, por ende de Extremadura, el único heredero de los Pizarro conquistadores. Poseía fincas y heredades en el término de Trujillo, Montánchez,, Cáceres, Herguijuela...
                                                                                                                                                  



[i]  Vid.: Cillán Cillán,  Francisco; Esteban Ortega, Julio; Ramos Rubio, José Antonio y De San Macario Sánchez, Óscar: Los Pizarro conquistadores y su hacienda. Edit.: Palacio de los Barrantes-Cervantes. Depósito legal: BA: 616-2016, 360 págs.

 

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