viernes, 14 de octubre de 2016

EL ARZOBISPO DIEGO GELMÍREZ Y MÉRIDA

 
           No olvidará Mérida, como Santiago, al primer arzobispo de la capital compostelana, Diego Gelmírez (Santiago de Compostela, 1070-1140). Inició su educación en la escuela catedralicia de Santiago hasta ser enviado durante un tiempo a la corte del rey Alfonso VI. A su regreso obtuvo una canonjía en la iglesia de Santiago. Entre 1090 y 1094 permaneció al frente de la cancillería de Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI, y, desde 1092, junto a su esposa Urraca. Fue administrador de la diócesis entre 1093 y 1094, año en que fue nombrado obispo Dalmacio. Recuperó el cargo a su muerte, en 1096, hasta que él mismo fue elegido obispo el 1 de julio de 1100.
 
            Sus estrechos contactos con la Orden de Cluny, con Roma y con el rey Alfonso VII, le ayudaron a conseguir que su diócesis lograra el rango arzobispal en 1120, así como amplios poderes eclesiásticos y civiles, como administrar justicia y acuñar moneda. Fue el papa Calixto II quien concedió a Compostela la dignidad arzobispal de la antigua sede de Mérida, a la vez que nombraba al obispo Gelmírez legado pontificio sobre las provincias eclesiásticas de Mérida y Braga. Su pontificado

[1] fue el punto de partida de la ascensión política y religiosa que, durante los dos siglos siguientes, conoció la capital compostelana. Hacia 1120, según Moraleda Tejero, solicitó al papa Calixto II la dignidad metropolitana para la sede de Santiago. El pontífice accedió a sus peticiones. La bula llegó en 1122. Este nombramiento supuso arrebatar la diócesis de Mérida a la de Toledo y hacerla sufragánea de la de Santiago, a lo que se opuso el arzobispo de Toledo, Bernardo, quien logró evitar que la sede de Braga traspasase su dignidad a Compostela. Bernardo logró que el papa le confirmara como primado. Gelmírez, desoyendo las órdenes papales, convocó un concilio nacional en Compostela, que era prerrogativa del primado, lo que provocó un nuevo enfrentamiento entre ambos prelados, en el que Bernardo exigió la devolución de la diócesis de Mérida, apelando a las últimas decisiones papales mediantes las bulas de 1122. El papa terminó por dar la razón a Gelmírez. Su pontificado supuso la exaltación de la sede compostelana, a la que convirtió en uno de los grandes centros de peregrinación de Occidente; embelleció la catedral; trasladó a Santiago reliquias de santos de la diócesis de Braga, y logró establecer en su sede un centro de peregrinación a la altura de Roma y Jerusalén.
 
            Desde el año 255 aproximadamente, con el obispo Marcial [2], Mérida censa 21 obispos. El Episcopologio de Mérida-Badajoz señala que la archidiócesis ha pasado por tres periodos de tiempos distintos, determinados por circunstancias históricas: comienza con los "obispos de Mérida", del siglo II al X; desde el siglo X pasa a la sede de Badajoz, conociéndose como los "obispos de Badajoz"; y a partir de 1994, los arzobispos lo son de Mérida-Badajoz. La cátedra pacense la ocupan 79 obispos, desde Thedocutus (año 904) hasta Antonio Montero Moreno (1980-1994), que fue nombrado primer arzobispo de Mérida-Badajoz (1994-2004), a los que le han seguido Santiago García Aracil (2004-2015) y, en la actualidad, ocupa la sede metropolitana, Celso Morga Iruzubieta, desde 2015.
 
            La archidiócesis de Mérida-Badajoz fue erigida por el papa Juan Pablo II el 28 de julio de 1994, por la bula Universae Ecclesiae sustinentes,  restituyendo de este modo el antiguo Arzobispado de Mérida, y recogiendo el rico legado del obispado de Badajoz. Junto a la metropolitana, dos diócesis conforman la Provincia Eclesiástica de Extremadura: la Coria-Cáceres y la de Plasencia.
 
            Aquilino Camacho Macías publicó en 2002 "La antigua sede metropolitana de Mérida", con motivo del 1.750 aniversario del primer documento escrito sobre el cristianismo en la ciudad, y  Teodoro A. López López presentó en los Coloquios Históricos de Extremadura un trabajo titulado "La provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz" [3], en el que analiza los antecedentes históricos y la creación de la provincia eclesiástica, en la que, al referirse a su denominación, afirma: "La fundación romana Emérita (s. I a. d. C.) y la árabe Badajocense (s. IX d. C), con un intervalo de diez siglos, justifica un orden cronológico incuestionable." Además, señala, que la nueva archidiócesis de Mérida-Badajoz, asume la antigua herencia de Emerita Augusta, metropolitana de la provincia Lusitania, que fue la sede episcopal de este territorio y población (siglos III-IX). Finalmente, cabe citar la obra de Isabel Velázquez: Vidas de los Santos Padres de Mérida (Trotta, Madrid, 2008).
 
            Con el nombre de los Santos Padres de Mérida se denomina a los santos Paulo (530-560), Fidel (560-571) y Masona (561-605), prelados de la antigua Emerita Augusta, durante los siglos VI y VII, la época de esplendor de la sede arzobispal emeritense, cuya festividad se celebra el 14 de noviembre, y cuyo culto y memoria fueron recuperados por el arzobispo Santiago García Aracil.
 

[1] Vid.: Moraleda Tejero, Juan Manuel:  La web de las biografías, en mcn.biografias.com.
 
[2] Vid.: meridabadajoz.net/archidiocesis/episcopologio.
 
[3] Vid.: chdetrujillo.com.
 
 
 

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