viernes, 1 de julio de 2016

"UNA Y NO MÁS, SANTO TOMÁS"

 
           Días después de las elecciones del 26-J, el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, repetía en un programa televisivo el refrán con que se dirigió a él un paisano de Olivenza, en el momento en que se disponía a votar en su colegio electoral: "Una y no más, santo Tomás". Traducía el presidente extremeño el sentir del refranero diciendo que la participación ciudadana en las urnas en la jornada electoral tenía que hacer reflexionar a la clase política española, y añadía que "esto --refiriéndose a la repetición de las elecciones-- no puede ocurrir bajo ningún concepto, porque sería defraudar a mucha gente" (véase europapress.es/extremadura, de 26/06/2016).
            El citado refrán español se acostumbra a decir con enfado o disgusto por haber hecho algo (por ejemplo, votar para nada el 20-D) y que, por las consecuencias que ha tenido, se tiene claro que no hay que volver a repetir. Una variante del refranero dice: "Santo Tomás, una y no más", modificando el orden de los elementos, sin que el nombre del santo, cuya festividad se celebra el 21 de diciembre, no tenga otra función más que la estética vinculada a la rima.
            Nada parece indicar, empero, por las posiciones expresadas por los líderes de los partidos políticos, que no tengamos que volver a repetir por tercera vez unas elecciones que nadie desea, aunque ninguno haga nada por revertir la situación. Los resultados son inamovibles y quienes dicen lo contrario, que hagan lo mismo que en Austria. Ni antes ni después de la jornada electoral, los españoles están convencidos de que esto pueda volver a repetirse, porque una cosa son los deseos y otra la realidad.
            El ganador de las elecciones y presidente del PP, Mariano Rajoy, partidario, como es sabido de la gran coalición, desea llegar a la próxima llamada del Rey tras la constitución de las cámaras el día 19, con los deberes hechos, para no volver a reiterarle otra vez que "no cuenta con  los apoyos necesarios". A tal fin, ha abierto la puerta de las negociaciones, en las que proyecta ofrecer al PSOE un gobierno de salvación nacional, con un ejecutivo paritario, más allá incluso del modelo alemán de la CDU-CSU (Unión Demócrata Cristiana y la Unión Social Cristiana de Baviera), bajo la presidencia de la canciller Merkel, con ocho carteras, mientras que el SPD (Partido Socialdemócrata) cuenta con seis. Cabe todo, menos pensar en unas terceras elecciones, porque "el partido que aboque, por su inflexibilidad, al país a nuevos comicios, pagará una factura muy gravosa en las urnas" (elmundo.es/españa, de 01/07/2016).
            Aunque las conversaciones exploratorias no han hecho nada más que empezar, el PSOE mantiene, en principio, su oposición a pactar con el PP, y su líder, Pedro Sánchez, permanece en silencio a la espera de lo que decida el Comité Federal del día 9. Sus barones apuestan por la abstención y voces más a la izquierda, por el bloqueo. Felipe González aconseja a Sánchez permanecer en la oposición para hacer un PSOE fuerte; y Zapatero, que acepte una gran coalición y entrar en el Gobierno como vicepresidente (okdiario.com/españa, de 01/07/2016), mientras que el presidente extremeño, en las citadas declaraciones, solo contemplaba "una mínima abstención a última hora para facilitar el gobierno" (lavanguardia.com, de 30/06/2016). Ese parece ser el escenario más probable, dada la indefinición de Ciudadanos.
            Nada puede darse por seguro, aunque las combinaciones sean varias. Todo depende, en gran medida, de la decisión del PSOE, convertido en árbitro de la situación. En todo caso, como dice hoy el ministro Margallo, "o el Partido Popular está en el Gobierno o vamos a unas terceras elecciones" (okdiario.com/españa, de 30/06/2016). Y tendríamos que cambiar el refrán: "Dos y una más, santo Tomás". Llegados a ese punto, la abstención sería la mayor triunfadora y el voto útil se alzaría, al final, con el triunfo definitivo.
            En 2001, Bélgica logró desbloquear la crisis que la mantenía año y medio sin gobierno, tras el acuerdo al que llegaron los ocho partidos nacionales (cuatro belgas y cuatro valones) y se convirtió en el país del mundo que más tardó en formar gobierno. El jefe de la delegación española del PP en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, recordaba que, con la excepción de Grecia,  España sería el único país en repetir elecciones desde el final de la II Guerra Mundial, por su incapacidad en acordar un gobierno (lainformacion.com, de 04/04/2016). El cónclave más largo de la historia para elegir nuevo papa se prolongó durante treinta y tres meses (desde el 29 de diciembre de 1268 hasta el 1 de septiembre de 1271), lo que obligó al gobernador de Viterbo (Italia), ciudad en la que murió el último papa,  a encerrar con llave (cum clave, en la expresión latina) a los purpurados hasta que finalmente eligieron a Gregorio X.
            Ni por esas, ni por santo Tomás, aprendemos nosotros la lección que otros ya nos dieron. Mientras tanto, los diputados de la XI legislatura cobran seis meses de los españoles sin hacer nada por España. Ya los tenemos aquí al lado: del "Todo por la Patria" de la Guardia Civil, hemos pasado al "todo por la pasta" de los vividores de la política, excepción hecha de los políticos por vocación, que los hubiere. ¡Cómo extrañarse de tanta abstención, votos nulos y en blanco, y de la deserción ciudadana de la política y de los políticos...!
 

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