miércoles, 18 de marzo de 2015

MONAGO ARDE EN LAS FALLAS

 
          El 17 de noviembre pasado, el presidente Monago afirmó en un desayuno celebrado en un hotel madrileño que "atacarlo a él" suponía "atacar a Extremadura", como si la representación que ostenta pudiere  anular la capacidad toda de la libertad de expresión y opinión sobre sus actos públicos y políticos. Una cosa es que sea presidente de Extremadura y representante del Estado en la Comunidad Autónoma y otra bien distinta es que él, por sus actos o palabras, esté libre de crítica, como la misma que él brinda en uso de su libertad a sus adversarios políticos. Siguiendo esa premisa, discrepar de una sentencia judicial continuaría siendo un "desacato judicial", como en el antiguo régimen, aunque se acate, por lo que hubiere sido imputado, como el alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, tras su célebre expresión libertaria de que "la justicia es un cachondeo", por una decisión urbanística aprobada durante su mandato en 1985, por derribar el chalé de Bertín Osborne, que le valió una condena de inhabilitación, anulada posteriormente por el Supremo.
          Sin embargo, mira por dónde --aunque aquel delito desapareciera del Código Penal--, el Tribunal Supremo le condenó en septiembre pasado a cinco años y seis meses de cárcel por causar "un daño demoledor al prestigio de las instituciones, al cometer falsedad documental, prevaricación y malversación". La Sala de lo Penal del Alto Tribunal aumentó la condena que le impuso la Audiencia de Cádiz, al considerarle culpable de delitos de falsificación administrativa, malversación de fondos públicos y falsificación de documentos oficiales, por contratación irregular de dos compañeros de partido como asesores de empresas municipales. El delito de "desacato" desapareció del Código Penal en 1995. No obstante, la Justicia no fue para él, finalmente, "un cachondeo". A finales de octubre pasado fue detenido a la salida de su casa e ingresó en prisión.
          No ofende quien quiere, sino quien puede. Cuando se le critica a usted como político, no se ofende a Extremadura: se la defiende. No tome usted la parte por el todo, porque nadie está libre de pecado; ni quiera enjugar con sus lágrimas, o con los aplausos de los suyos, la absolución que le fuere otorgada. Con su conducta, usted ha afeado a su Comunidad. No la ha elevado al altar de los altares. Su ninot en las Fallas valencianas arderá esta noche --Nit del Foc (Noche del Fuego)-- junto a los de otros políticos y personajes públicos que han destacado durante el último año por algunas conductas sospechosas. Nadie lo ha pedido. Solo usted se lo ha ganado y su imagen, que se convertirá en cenizas, ha sido obra de un maestro fallero. Solo que, cuando arda, en las llamas va también Extremadura, porque usted la representa. Le atacan a usted quemándole subido a un plátano; no a la Comunidad, porque la región está por encima de su persona.
          Mañana, cuando haga balance de la legislatura, aunque los extremeños no puedan votarle --como bien ha recordado su camarada presidente de la Cámara--, no olvide agradecerle a IU los servicios prestados, que ya les esperarán los extremeños para evaluarle el 24 de mayo. No sólo su secretario ni su portavoz, que hablan del "alto (por elevado, querrán decir) cumplimiento electoral". La portavoz del PSOE, Isabel Gil Rosiña, ya le ha evaluado: un 80 por ciento de incumplimientos, "un suspenso que imposibilita la recuperación"... Salga usted, si lo desea, por la puerta de atrás, o venga a Cáceres y entre por esa puerta para no escuchar a los ciudadanos exasperados que le esperaban en la puerta principal del ayuntamiento, como hizo aquel día en el "Palace" de Madrid; pero de la falla no saldrá esta noche, porque no ha merecido el crédito del indulto. Y solo usted ha manchado a Extremadura con sus viajes, no quienes le atacaren, porque usted no es Extremadura; es tan solo la mitad menos tres.
 

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