jueves, 8 de mayo de 2014

CATILINARIAS EN LA ASAMBLEA DE EXTREMADURA


           Fueron dos discursos radicalmente distintos los de Monago y Vara. Presentaba el primero la "Extremadura de mañana"  --así lo titulare--, una comunidad idílica, utópica, deseable, que en 2020 fuera contribuyente en lugar de Objetivo 1. Un discurso futurista, alejado de la realidad. Vara, más moderado en las formas y en el tono, presenta en su contestación la Extremadura real frente a la oficial del presidente, que él después calificare de "apocalíptica". Son discursos radicalmente distintos, porque se contraponen dos modelos distantes y diferentes, entre la izquierda, mayoría social en la región, y la derecha gobernante con el auxilio de una parte minoritaria de aquella, que la apoyó para subir en el escalafón y tener voz propia que antes no hubiere, al igual que los pasajeros del PREX-CREX, que se bajaron del tren en mitad del trayecto tras obtener el escaño con el programa y bajo las siglas del PSOE... para tener también "voz propia"...
           Vara recalca en su discurso las diferencias entre la izquierda y la derecha, y califica el del presidente como "alejado de la realidad de Extremadura". Frente a su optimismo, contrapone esa otra realidad: una región más pobre, más endeudada, más injusta y desigual, peor tratada por el Gobierno de España, con más desempleo; una Comunidad que antes convergía con Europa y ahora diverge; una reforma laboral que ha arruinado las empresas; una región en la que 5.000 jóvenes tienen que emigrar por falta de oportunidades; un campo que no es vida sin gente; una Extremadura en la que miles de sus ciudadanos confían en la caridad para comer; la tercera en desahucios; una sanidad recortada basada en la desigualdad, al igual que en la educación y la cultura... "Sus políticas no funcionan; su fracaso es obvio... Le importa el futuro, pero no ha hecho nada por él." La política es, para Vara, priorizar: saber distinguir lo importante de lo accesorio. Y como no desea ir de farol, propone un acuerdo para la gobernabilidad de Extremadura: un plan de empleo público, a jornada completa y tiempo parcial, que beneficie a 17.000 personas; un convenio con la Seguridad Social para reducir las cotizaciones; convocar la Comisión Mixta, con presencia de todos los grupos, para que la deuda histórica no se cierre en falso; acuerdo sobre financiación autonómica; reformar la Ley de Renta Básica; posición común en lo que resta por decidir sobre la PAC; desarrollar la Ley de Educación y de Igualdad; hacer posible las Iniciativas Legislativas Populares con el 1 por ciento del censo y la eliminación del aforamiento de cargos públicos y diputados, "un cambio en la situación de nuestra tierra, que Extremadura nos exige"...
          Responde el presidente, que tacha su discurso de "apocalíptico" y lamenta "que tenga una visión que no es la realidad de Extremadura"; asume el papel opositor y le insta a que le conteste sobre su modelo ofertado en su presunto discurso sobre el estado de la región, que no fuere del hoy, sino del mañana; pero, ¿quién pregunta en la Asamblea, señor presidente: usted o los diputados de la oposición? Usted está para responder de su política, no para preguntar sobre ella. La respuesta la tendrá usted por parte de los ciudadanos en la urnas, en segunda instancia.
          Le contesta Vara diciéndole que es él quien no le ha respondido a nada, y aporta nuevos datos. Monago había dicho de él lo que nadie esperare: qué puede esperarse cuando sienta a su izquierda a "un radical", una alusión e insulto que estuvieren de más, y por la que el presidente no le llamare la atención, tan atento con los suyos como justiciero con la oposición. Responde Vara: "Tengo de radical lo mismo que usted de progresista." Vara se sitúa en el reino de la realidad y Monago, en el de los humildes, una condición incompatible con su estatus desde que entrare en política y profesare una fe distinta de la que predicare. Y porque "ha gobernado con una mayoría absoluta sin tenerla" y porque "Extremadura necesita un cambio porque no va bien", anuncia una moción de censura "ipso facto". Se hace el silencio, sin que lo pida el presidente; corta el aire la respiración; salen los suyos a maniobrar y diseñar estrategias...
          Torna Monago a la tribuna nervioso, casi histérico, desencajado, y le reta casi a duelo: "La moción será su última oportunidad... Usted ha pasado el listón de este debate: o conmigo o sin mí... No cuente conmigo para seguir haciendo lo mismo... El crédito lo tendrá en las urnas", como él, el que lograre, y no por abstenciones activas.
          No es esto: la moción de censura no es rupturista, que supondría el adelante electoral, que nadie busca ni desea; sino continuista, en la que el poder legislativo exige responsabilidad política al ejecutivo (artículo 29 del Estatuto de Autonomía). Por eso respondió usted: "Dentro de cinco días nos vemos", porque "no podrá ser votada hasta que transcurran cinco días desde su presentación" (artículo 29.2). Y lo será el día 14, justo cinco días laborables después de presentada.
          Ha recordado usted a Catilina en el Senado romano y ha tenido por respuesta la Primera Catilinaria de Cicerón, recordada por su famosa frase: "Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?" (¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?" Al perder la compostura en su oratoria de dúplica, usted, sin pretenderlo quizá, se ha comparado a Catilina, y ya ha recibido la primera "Oratio" de Cicerón. Usted lo ha querido: estamos en campaña. Podría haber retrasado el debate hasta después de las elecciones. No intente ver ahora, como Don Quijote, gigantes moviendo los brazos en lugar de molinos moviendo sus aspas...
 

No hay comentarios: