sábado, 19 de abril de 2014

CUATRO ROLES EN LA VIDA DE JAIME VELÁZQUEZ


             Cuando el pasado día 1 cesaba a petición propia, "por motivos personales y familiares", Sergio Velázquez, director general de Empleo, Actividad Empresarial e Innovación, de la Junta de Extremadura y ex concejal cacereño por el PP, nos preguntamos, no sin preocupación, por las razones que hubiere para ello. El motivo lo hemos tenido esta mañana al conocer la muerte de su padre, Jaime Velázquez García (Fresno el Viejo, Valladolid, 1939; Cáceres, 19-4-2014), que fuera presidente de la Diputación Provincial de Cáceres en la primera legislatura democrática por UCD (1979-1983) y concejal del Ayuntamiento de la ciudad, prestigioso abogado, técnico de la Administración Civil del Estado y padre de familia numerosa.
          Al ser elegido concejal y presidente de la Diputación, Jaime Velázquez tenía 40 años de juventud y madurez, que aprovechó al máximo para dinamizar y poner al día los cimientos de una institución necesaria para una provincia más rural que urbanita.
           Velázquez centró y destacó en vida por cuatro roles que le marcaron y a los que se dedicó en cuerpo y alma: técnico de la Administración Civil del Estado, político, abogado y padre de familia. Con todos pudo y en todos ellos se elevó por encima de una mediocridad ambiente que, al advenimiento de la democracia, tuviere más ilusiones y afán de poder que realismo para cambiar la realidad de un régimen centralista en otro descentralizado.
            Jaime Velázquez era técnico de la Administración Civil del Estado y, en calidad de tal, fue delegado provincial de Educación en Murcia y llegó a Cáceres para ser secretario general de la Delegación Provincial de Sanidad. Su preparación como técnico de la Administración le sirvió para su desarrollar una vocación política de paréntesis, en la que multiplicó sus talentos para hacer en cuatro años lo que no se hubiere hecho en cien.
            Como presidente de la Diputación, Jaime Velázquez dio la vuelta y puso al día todos los organismos dependientes de la institución, modernizándolos y adaptándolos a las nuevas necesidades de una sociedad cambiante. Todo a la vez, comenzando por la puesta al día de un Palacio Provincial, ya vetusto; un Hospital Provincial decimonónico, que convirtió en un espléndido centro sanitario, sin dejar por ello de prestar servicio; la remodelación del antiguo Convento de San Francisco en Complejo Cultural, que acogiere en su antigua capilla --convertida en magnífico auditorio-- congresos de todo tipo, conferencias, actos culturales... y, en sus instalaciones, los conservatorios de Música "Hermanos Berzosa" y la escuela de Bellas Artes "Eulogio Blasco", posteriormente trasladada a la nueva sede la calle Ancha, junto a San Mateo; la reordenación de los antiguos hospicios de chicos en San Francisco, que pasó a las nuevas instalaciones del "Julián Murillo", al lado; y de chicas, que convirtió en el colegio mayor universitario "Francisco de Sande"; el Museo de Pintura "Casa de los Caballos", por debajo del Provincial de Bellas Artes, que enriqueció con una buena colección de pintura moderna; la sala de arte "El Brocense", en la calle Doctor Marañón, por la que pasaron todos los grandes pintores extremeños y nacionales del momento; la potenciación de la finca "Haza de la Concepción", que fundara Daniel Serrano, para mejora y reproducción de la cabaña ganadera provincial y, sobre todo, un vuelco a una política cultural, casi inexistente hasta entonces, que, con los premios "Cáceres" de pintura y escultura, alternados durante los cuatro años de su mandato, logró atraer a Cáceres a la flor y nata de la pintura y escultura nacional. Recientemente, hemos recordado en estas páginas, cómo el primer premio de pintura de 1979 recayó en Xavier Valls, barcelonés y padre del anterior ministro del Interior y actual primer ministro francés, Manuel Valls, por su bodegón "Naturaleza muerta".  Velázquez no se paró ahí: instituyó el premio de periodismo "Dionisio Acedo", abrió el abanico cultural a otras convocatorias y premios... Quiso que la cultura fuere un aldabonazo de Cáceres en España, y a fe que lo consiguiere.
            Tentado por la política, pero no apresado por sus fauces, en su despedida, decía a los periodistas que sólo tenía un vehículo y seis hijos y medio. Se fue como llegó, con los bolsillos vacíos. Posteriormente, se volcó en la abogacía, en la que destacó en Cáceres, sin olvidar su rol de esposo y padre de familia numerosa, y las necesidades de su ciudad de acogida, Cáceres, que le llevaron a formar parte como vicepresidente de la primera junta directiva del Rotary Club de Cáceres, en junio de 1978.
            A los 75 años ha puesto fin a una vida fecunda y sobresaliente en los cuatro roles principales de su vida, la mayoría en Cáceres, dignificando la acción política, la Administración Pública, la abogacía y la paternidad. Esta mañana, a las 10.30, la Concatedral de Santa María  --a cuya plaza llegara tantas mañanas a las 7.30 de la mañana para su trabajo en la Diputación--, acogerá su oficio fúnebre, en el Domingo de Resurrección, cuando su vida ha expirado llamado también por el Padre. Descanse en paz.

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