viernes, 14 de marzo de 2014

EN LA MUERTE DE FRAY JUAN DE GUADALUPE

          
            Juan Luis Barrera González, fray Juan (Llerena, 1932; Sevilla, 2014),  falleció el pasado martes en Sevilla a los 81 años de edad. Te sorprenden estas noticias, por inesperadas, cuando hacía tiempo que no hubiéramos noticias de él. Quizá la última fuere la presentación de su libro "115 recetas. Recetario de vigilia desde el convento de San Buenaventura de Sevilla" (Sevilla, 2007), presentado en los Reales Alcázares con la presencia de los entonces presidentes de Andalucía y Extremadura, Manuel Chaves y Juan Carlos Rodríguez Ibarra; el alcalde de la ciudad, Alfredo Sánchez Monteseirín, y el cardenal arzobispo Carlos Amigo Vallejo. Sería quizá su último acto público. La presencia de las máximas autoridades de la región, de la ciudad y de su arzobispo, constituía todo un tributo de admiración y agradecimiento  al humilde franciscano que elevó el arte culinario en el monasterio de Guadalupe (Cáceres) a los altares de la patrona de Extremadura.
 
            Había publicado fray Juan años antes "100 recetas de fray Juan de Guadalupe" (Ediciones PPC, 2007), animado por el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, tras su jubilación en 1998 y su vuelta a Sevilla, tras pasar 45 años de ejercicio profesional en la Hospedería del Real Monasterio de Guadalupe, que transformó en un hotel de fama internacional sobre los cimientos de un edificio abandonado.
            La figura de fray Juan se encuentra indisolublemente unida a Guadalupe, a donde llegó en 1953, aunque regresó a Sevilla para aprender el oficio de hostelero en el desaparecido hotel Madrid, de la plaza de la Magdalena. Volvió a Guadalupe en marzo de 1954 para hacerse cargo de la Hospedería del Real Monasterio. En 1968 le hacen director de ella tras regentarla durante diez años.
            Hubiere dos o tres recuerdos precisos de fray Juan. A comienzos de la primavera de 1994 se inauguraba el nuevo comedor de la Hospedería, obra del arquitecto Rafael Moneo, en la parte trasera del monasterio. Asistían al acto la infanta Cristina; el presidente de la Junta de Extremadura, Rodríguez Ibarra, y una amplia representación de la sociedad extremeña, junto al arzobispo de su jurisdicción, el entonces cardenal primado de España, Marcelo González Martín.  En 1993, el Real Monasterio había sido declarado por la UNESCO patrimonio de la Humanidad; pero, además, aquel día lucían en el altar mayor de la basílica los dos `grecos´ recuperados del Museo de Santa Cruz y que pertenecieron a una parroquia cacereña dependiente del arzobispado, como el propio Guadalupe. El cardenal Marcelo González lo contó durante su intervención al término de la comida. "Solicité a su excelencia (el presidente Ibarra) si habría posibilidad de arreglar el tejado de una iglesia cacereña de su diócesis, que estaba en estado de ruina. "Su excelencia --vino a decir- atendió mi petición; pero, a cambio, me solicitó que los dos `grecos´ que estaban en el Museo de Santa Cruz de Toledo, pertenecientes a una parroquia cacereña, volvieran a Extremadura." Y así se hizo: la Junta arregló el tejado de la iglesia y los `grecos´ vinieron a Guadalupe, junto a los `zurbaranes´ que atesora. Aquel día no solo se inauguraba el comedor de Moneo, sino que los dos `grecos´ cacereños volvían a su tierra. La reina Sofía inaugura hoy en el Museo de Santa Cruz la muestra "El griego de Toledo", con motivo del cuarto centenario de la muerte de El Greco, con obras del pintor provenientes de cinco países y de 45 prestatarios. Fray Juan lució sus dotes culinarias en aquella comida, que comenzó con la "sopa de la reina", nacida en la hospedería del monasterio en honor de la reina Isabel, que tantas veces visitare, y que él había rescatado del antiguo recetario. Al final de la comida, el presidente Ibarra hizo llamar a fray Juan y anunció ante todos la apertura del expediente para solicitar para él la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, que le fue concedida por Real Decreto 729/195, de 28 de abril, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
            En junio de 1996, el Príncipe de Asturias terminaba en Guadalupe su primera visita oficial a Extremadura con un recorrido por el monasterio y la visita al ayuntamiento, desde donde partiría para Madrid. Terminado nuestro trabajo, el fotógrafo y yo, que acudimos a cubrir la información para El Periódico Extremadura, regresamos para tomar nota de la dedicatoria del Príncipe en el libro de visitas y un refresco en la cafetería de la hospedería de fray Juan. Nos atendió con la humildad franciscana que le caracterizaba y con su proverbial generosidad. "Gracias, fray Juan: no podemos más y tenemos que volver a Cáceres...", le dijimos agradecidos. Todavía le vería y hablaría con él por última vez en una cena con los empresarios organizada por el periódico.
            Fray Juan rescató la cocina tradicional del monasterio, la elevó a categoría de arte y puso el nombre de su hospedería entre los principales monumentos gastronómicos del país. Allí recibió a los Reyes y al papa Juan Pablo II; a cardenales, arzobispos y obispos; y a cuantos peregrinos se acercaban a él para saciar su sed y hambre, que él procuraba satisfacer. Y a fe que lo hizo.
            Descanse en paz fray Juan.

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