jueves, 31 de octubre de 2013

VIVE GRANADILLA

          
            Faltan dos años para su medio siglo de destierro (1965-2015); pero Granadilla vive aún. Vive en la memoria de sus hijos, desperdigados por toda España y Europa; vive en la experiencia de los 50.000 alumnos que ha recibido su Programa de Recuperación; vive en la memoria de los vivos y en el descanso eterno de sus muertos, que volvieren a su tierra a la espera del día del Juicio Final; vive en el silencio del recuerdo de quienes jamás volvieron a su pueblo; vive en la memoria colectiva de los hijos y nietos nacidos en el exilio forzoso, a quienes abuelos y padres transmitieron la memoria de la tierra y los muertos; vive en la memoria derramada de sus hijos, muertos fuera, pero esparcidas en las calles de los juegos de su infancia por sus deudos; vive en la eterna memoria de Guillermo González Rivero, "El Capi", allí enterrado en la tumba que él mismo se construyere, el primer emigrante forzoso por el hambre y el que más hiciere por su pueblo en los últimos años de su vida; vive en la memoria de las hijas de Jovino Garzón y Victoria Jiménez, fallecidos todos a primeros de este año, que de allí partieron, ya casados, para construir su vida y crear una familia, ya en la memoria, en las fotografías y en su corazón.
 
              Vuelven todos por los Santos, vísperas de difuntos, para reencontrarse con la villa perdida, de la que fueren arrebatados, para recordarles a ellos, la infancia y la adolescencia perdidas, apenas la madurez alcanzada, las nupcias celebradas; sin tierra ya para cultivar, alquiladas a la Confederación, las expropiaciones satisfechas; las aguas del embalse crecientes que hicieron aflorar los restos que reposaren en el antiguo cementerio.
              Granadilla fue llanto, dolor y lágrimas desde finales de los 50 hasta el 65: todo el pueblo en la plaza, en las despedidas interminables a los que partían --¿a dónde: a qué pueblo, ciudad o país...?--, memorando las verbenas en la plaza, las capeas en vísperas de bodas, sus pocos años en la escuela, los juegos de niños en la plaza, su paseíto en las afueras, los escondites en el castillo, la trilla en verano, los viajes a por el agua a la fuente de la Aldobara, y a Zarza, el pueblo hermano de derecho, y a Plasencia, la benéfica ciudad de acogida, estaciones de tránsito y de servicios más próximas, junto al ferrocarril de Casas del Monte, que a tantos llevare un día para cumplir con la patria, a la capital de un Reino desconocido, pero visitado un día de finales de junio de 1922 por su rey, Alfonso XIII, camino de su viaje a Las Hurdes.
              Día de Todos los Santos y la Granadilla viva visita a sus difuntos, santos todos, anónimos, miembros de una comunidad, familia, pueblo, que nos precedieron en el camino de la vida y de la fe, y que gozan ya del cielo; vísperas de Difuntos (día 2), de oración, recuerdo y ofrenda a familiares y amigos. "Memento homo, quia pulvis eris et in pulverem reverteris" (Acuérdate, hombre, que polvo eres y en polvo te has de convertir), que la Iglesia recuerda al inicio de la Cuaresma; pero la muerte no es el final, cantan nuestros soldados a los caídos,
"porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor"
 
según la letra de su autor, Cesáreo Garabáin Azurmendi,
 
"que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino."
 
              En la festividad de Todos los Santos, vísperas de Difuntos, Granadilla vive en sus hijos desterrados, en sus santos y difuntos porque, como recordare el citado himno,
 
"nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir."
           

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