viernes, 9 de agosto de 2013

HASTA EL SOL QUE NOS QUITAREN...

           Hubiéremos creído que el Sol fuere siempre para todos; medio día alumbrare medio mundo y el otro medio, la otra mitad. Platón, en el mito de la Caverna, representaba su Idea del Bien con la metáfora del Sol que, en el mundo sensible, sería lo que fuere el Bien en el mundo inteligible. El Sol, fuente de vida, hace posible la visión, la forma más elevada del conocimiento. El Sol como fuente de calor que hace posible la vida, la existencia misma en el mundo sensible.       
 
              Durante siglos, la utilidad del mundo se explicaba en términos religiosos. Cuando el hombre comienza a interpretar la naturaleza por sí mismo y no por los dioses y sacerdotes, se descubre la filosofía como el propio mundo, la filosofía de la naturaleza y el mundo en la etapa preática, que asegura la uniformidad en el acaecer de los fenómenos: la misma causa, determinante de los mismos efectos, sin cuyo postulado no hay ciencia, ni racionalidad, ni lógica. La filosofía griega inaugura la razón para la búsqueda de la verdad y siembra los principios de la ciencia moderna, como respuesta a los mitos, y para afirmar el porqué de las cosas. Ya decía Sócrates que el sabio es el que sabe vivir, quien se conoce a sí mismo y sabe controlarse, y no aquel que sabe muchas cosas. Con más de setenta años, fue acusado de faltar al respeto a los dioses y de corromper a la juventud y, tras un juicio, fue condenado a darse muerte a sí mismo ingiriendo cicuta; pero prefirió morir antes que quebrantar las leyes de su ciudad porque, quien sabe vivir, --decía- sabe morir. El filósofo y matemático de Pisa, Galileo Galilei, llegó a afirmar que la Tierra giraba alrededor del Sol y por ello fue condenado por la Inquisición, pese a abjurar de sus ideas. Juan Pablo II lo rehabilitó 359 años después de ser condenado.
              Eso creíamos: que el Sol era de todos y para todos; pero no:  también hemos de pagar por su disfrute, utilización y autoconsumo. Algún día, quizá, por el metro cuadrado de playa que ocupemos, como si también fueren de las eléctricas. El gran ministro de Agricultura de Felipe González, Luis Atienza Serna, que fuere después presidente de Red Eléctrica de España, lo acaba de explicar muy claramente en un artículo titulado "Una reforma que no alumbra el futuro",  publicado en "El País" ayer jueves, día 8, en el que sostiene que la reforma eléctrica aplicada por el Gobierno, cuatro días después de ser aprobada por el Consejo de Ministros -"circunstancia inaudita en una democracia avanzada"-, sorprende por el criterio de competitividad aplicado a las renovables para reducir su retribución, agrava el problema de retroactividad de las empresas y aumenta la factura de las familias, "con algunas pinceladas de inquina para con las energías renovables y el autoconsumo", que renuncia a proponer "otra oportunidad perdida en nuestro futuro energético".
              La Unión de Consumidores de Extremadura (UCE) daba a conocer ayer mismo la previsión de un aluvión de reclamaciones de usuarios por la reforma energética, "por la penalización prevista al autoconsumo" por la instalación de sistemas de energías renovables, que supondrá "un retroceso" en el principio de eficiencia energética y el incumplimiento de la directiva europea que exige al menos un veinte por ciento de energías renovables en 2020.
              Siguiendo con la inveterada costumbre de subir las tasas universitarias en agosto, que ahora están dejando en la cuneta a cientos de universitarios, también por el recorte de las becas, la penalización del autoconsumo energético, o el establecimiento de una tasa para la producción casera de electricidad, impedirá la creación de miles de puestos de trabajo.
              Cuando creíamos haber avanzado en el aprovechamiento energético, va el Gobierno y nos lo corta, como si no hubiere dispuesto las señales lumínicas de carreteras alimentadas por energía solar; como si las pequeñas casitas de campo que vemos situadas junto a aquellas, no hubieren sobre sus tejados las plaquitas que hacen olvidar los carburos, velas o candiles que hace tiempo las iluminaren. ¿Qué fuere de aquella normativa anunciada en noviembre de 2006 por los ministerios de Medio Ambiente y Vivienda, según la cual los nuevos edificios deberían contar con paneles solares?, anunciada por sus titulares, entonces, Cristina Narbona y María Antonia Trujillo... Todo quedare en agua de borrajas. Y por si fuere poco, el Gobierno traspone en abril pasado a Decreto ley una directiva de la UE de 2002, según la cual los dueños de viviendas para alquiler o venta deberían disponer desde el 1 de junio pasado de un certificado de eficiencia energética bajo penas de multa de 300 a 6.000 euros. Únase lo uno a lo otro. Aquí de eficiencia energética, nada: a pagar y a callar todo el mundo. Lo que deberían exigir a promotores y constructores, se lo pasan a los propietarios. Y "fin de la cita" en agosto, como diría Rajoy. Ya lo dijo Fernández Vara: Rajoy ha dado una patada en el trasero a Extremadura con la reforma energética, y tanto, al asestarle una sentencia de muerte a las energías renovables. Mientras, las temperaturas seguirán subiendo; pero apagaremos el aire acondicionado por la subida y sudaremos la gorda. El Sol sale para todos, pero su luz se la comen toda las eléctricas. A los consumidores no les queda otra que pagar, o volver al candil o el carburo. Siempre nos quedará el sosiego de proclamar, aunque nos lo negaren, como a Galileo: "Eppur si muove" (Y, sin embargo, se mueve), tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo, que simboliza la tenacidad de la evidencia científica frente a la censura de la fe, tras no retractarse de que la Tierra no girare alrededor del Sol, sino al revés. ¡Qué atraso, Señor: dejar las renovables hasta 2020!, y cerrar las nucleares para comprar la electricidad al país vecino y encarecer aún más su consumo... ¡En qué país y Unión, sin unidad, vivimos...!

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