jueves, 11 de julio de 2013

DOMÍNGUEZ LUCERO, EL SEGUNDO ALCALDE DEMOCRÁTICO DE CÁCERES

          
        De Manuel Domínguez Lucero (Cáceres, 1946-2013), fallecido hoy en su domicilio, podrían decirse muchas cosas: que fue el segundo alcalde democrático de la ciudad (julio de 1980-junio 1983), tras la dimisión del primero, su compañero de UCD, Luis González Cascos, en julio de 1980, quizás uno de los alcaldes cacereños más jóvenes, con 33 años, tanto que, al acercarse a hacerle la visita de cortesía al obispo de la diócesis, Jesús Domínguez Gómez, este le dijo a su jefe de protocolo, Juan Ramón Marchena: "¡Tenemos un alcalde muy joven...!", sorprendido por su juventud; que murió varias veces en vida, aunque la muerte definitiva no le haya llegado hasta hoy, siguiendo los pasos de su joven hija Alicia, ya en el cielo.
 
              Como alcalde, Domínguez Lucero reformó urbanísticamente una gran parte de los acerados de las calles de la ciudad; inauguró el primer cuartelillo de la Policía Local en la calle Margallo; recordó los servicios prestados por la Universidad salmantina a Cáceres, por la que él se licenció en Derecho, y le otorgó la medalla de oro de la ciudad, que entregó al rector durante la inauguración del curso universitario.
              Siguió la tradición familiar de abogado, profesión que ejerció de forma apasionante desde 1972, como todo lo que hiciere en vida, y que le reportare más satisfacciones que quebraderos de cabeza. Durante trece años fue decano del Colegio de Abogados de Cáceres (1988-2001), algunos de ellos como tesorero, y cuya sede trasladó a la céntrica avenida de la Virgen de la Montaña durante su mandato. Fue también miembro del Consejo General de la Abogacía. El 2 de diciembre de 2005 recibió la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, otorgada por el Ministerio de Justicia, en atención a su trayectoria jurídica, como señalara el entonces decano, Joaquín Hergueta.
              Aunque siempre dijo que "los malos recuerdos, mejor olvidarlos", Domínguez Lucero fue perseguido por la fatalidad humana, profesional y política, como si la dura vita, sed vita (la vida es dura, pero es la vida), fuera una continuidad del dicho latino de su profesión: dura lex, sed lex (la ley es dura, pero es la ley), inevitable incluso si nos fuere desfavorable.
              El 17 de diciembre de 1993, Domínguez y su esposa Alicia García perdieron a su única hija, también de nombre Alicia, de 18 años, en un accidente ocurrido a la altura del estadio cacereño "Príncipe Felipe". Dos años antes, en diciembre del 91, un cliente le apuñaló en el pecho a la salida de su despacho profesional en la avenida de la Montaña. Domínguez logró superar ambas heridas, aunque la primera, y sobre todo la última, le dejarían marcado para siempre. En septiembre del 99, siendo decano del Colegio de Abogados, sufrió una parada cardiorrespiratoria, de la que pudo salir tras aplicársele la resucitación artificial a través de la reanimación respiratoria (RPC) o reanimación cardiopulmonar. A partir de ese momento, y tras abandonar el hospital, el abogado que siempre había sido, abandonó su profesión.
              La política, como la Alcaldía de Cáceres, fue una pasión sobrevenida con el advenimiento de la democracia tras la dimisión de González Cascos y después por su amor por la ciudad que le ha visto nacer y morir. Domínguez intentó en dos ocasiones más el asalto democrático a la política, frustrado en ambas. En las segundas elecciones democráticas encabezaba la lista de Alianza Popular (AP), que antes de la medianoche del Jueves Santo, en que se cumplía el plazo de presentación de las listas en la Junta Electoral Provincial, fue cambiada por unos traidores al partido, que fueron expulsados por tamaña fechoría. Domínguez calificó al día siguiente aquel episodio como la traición de Judas, "con premeditación, nocturnidad y alevosía".
              Volvió a las urnas con el Partido Reformista Democrático de Roca, uno de los padres de la Constitución,  en las elecciones de 1986, liderando la lista al Congreso por Cáceres, sin resultado positivo. El PRD se presentó en todas las circunscripciones españolas, excepto en Cataluña y Galicia, en la que sus referentes eran CIU y Coalición Gallega, respectivamente. La derrota fue atribuida a la condición de catalán del líder nacional por los dirigentes provinciales.
              Domínguez Lucero fue un luchador por la libertad en todos los foros: en el político, el judicial, el ciudadano, el familiar, el del compañerismo y la amistad, que hoy y siempre le serán reconocidos.
              Descanse en paz quien dio tanto a Cáceres, al noble ejercicio de la abogacía, a la política, al Colegio de Abogados, a su familia, y a su compañeros y amigos.
 

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