miércoles, 22 de mayo de 2013

LA CAJA QUE PERDIMOS...

           La salida a bolsa de Liberbank, grupo en el que se integra Caja Extremadura, que se estrenó con una revalorización de sus acciones de un 30 por ciento, que rubricó el mejor estreno en el parqué en trece años, no parece que haya durado mucho, al acercarse en menos de una semana al precio de salida de sus acciones: 0,45. No obstante la peripecia que pueda seguir en la Bolsa -que deseamos fructífera para el grupo, por el bien de los ahorradores cacereños, y de los asturianos, cántabros y castellanos-manchegos en él integrados-, en vísperas de la definitiva desaparición de las cajas, con fecha de caducidad a 30 de junio próximo, hemos de poner el acento en tres cuestiones importantes que siguen preocupando a los trabajadores y sus clientes desde ahora hasta la citada fecha: la definitiva desaparición de las cajas, el ERE que van a sufrir sus trabajadores por parte de la entidad antes de la citada fecha, y su próxima conversión en fundaciones.
 
              Caja Extremadura, la entidad financiera más importante de la región, surgida en 1990 como producto de la fusión entre Caja Cáceres, fundada en 1906, y Caja Plasencia, creada en 1911, se integró, a finales de 2010, en un Banco Base, con estructura de un Sistema Institucional de Protección (SIP), que se disolvió en marzo de 2011, al votar en contra la asamblea general. El Banco Base lo integraban en principio Caja Extremadura, Cajastur, Caja Mediterráneo y Caja Cantabria. Sin embargo, en marzo de 2011, tras conocerse que la situación contable de la CAM era peor de lo que se pensaba, y que las ayudas públicas que necesitaría el Banco Base supondrían la nacionalización de la entidad, al disponer el Estado de la mayoría de las acciones, las otras tres entidades se retiraron del proyecto, que retoman poco después. liderado por Cajastur, llamado inicialmente Effibank, que el 19 de julio de 2001 se convierte definitivamente en Liberbank, que otorga a Cajastur el liderazgo, con un 66 por ciento; a Caja Extremadura, el 20 por ciento, y a Caja Cantabria, el 14 por ciento.
              Antes de llegar a este punto habría que recordar la fallida fusión, propiciada y aprobada por la Asamblea de Extremadura, que durante un año (noviembre de 2007 hasta el mismo mes de 2008) trabajó en una Comisión no permanente para el Estudio del Sistema Financiero extremeño, en la que PSOE y PP, los únicos partidos representados entonces en la Cámara regional, abogaron por la fusión de Caja Extremadura y Caja Badajoz, al concluir el dictamen que "será netamente positiva para la región en su conjunto", por lo que instaba a las cajas a iniciar el proceso de fusión, sin limitar la autonomía de las entidades de cara a la consecución final de la citada integración. El presidente de la Junta, Fernández Vara, insistió      en  que son las entidades las que tienen que tomar una decisión sobre una posible fusión.  El entonces consejero de Administración Pública y Hacienda, Ángel Franco, precisaba en una entrevista que nunca se habló de "fusión", sino de "concentrar" las cajas, y recordaba la opinión generalizada de quienes comparecieron en la comisión (las cajas implicadas, catedráticos, responsables de la CECA, UGT y CC OO, empresarios, trabajadores de las cajas y representantes de las entidades fundadoras) de que nadie se había opuesto a la fusión. Por qué, entonces, no se produjo la fusión si todos apostaron por ella. Tras la renovación de las cúpulas de las cajas, se abandonó cualquier proyecto de integración, al considerarse que "no dan un volumen competitivo" y que la caja resultante supondría recortar 323 puestos de trabajo, el cierre de 83 oficinas y un costo de 144 millones. El entonces líder del PP, José Antonio Monago, se felicitaba porque hubiese imperado el sentido común al descartarse la fusión tras conocerse el resultado que revelaban los estudios realizados. Es decir, un año de trabajo y comparecencias perdidas para dejar en los órganos de gobierno una decisión de las cajas que estaba en sus manos.  Posteriormente, el 30-5-2012, Ibercaja, Liberbank y Caja 3 aprueban su fusión para crear el séptimo grupo financiero de España  que uniría a través de los grupos bancarios a las cajas extremeñas, pero que no gusta al consejero de Economía y Hacienda, Antonio Fernández. Sin embargo, el 9 de octubre de 2012, Ibercaja rompe su fusión con Liberbank y Caja 3. No obstante, hoy mismo, Ibercaja y Caja 3 acuerdan su fusión tras el emplazamiento dado por el gobernador del Banco de España.
 
              La segunda cuestión pendiente es el ERE que afectará a los trabajadores de Liberbank antes del 30 de junio, tras no alcanzarse un acuerdo en la ronda de negociaciones previas entre sindicatos y el banco, que afectará a 1.332 trabajadores. Mientras, los empleados de Liberbank convocan huelga para el lunes y martes próximos, días 27 y 28, por el abusivo ajuste laboral que pretende imponer la empresa.
              Nuestras cajas, nacidas para "recibir, conservar y hacer productivas las economías de las clases laboriosas y menos acomodadas", como se establecía en sus estatutos y reglamentos fundacionales, como recuerda en su opúsculo de reciente publicación, "Las Cajas de Ahorro, In memoriam", Ginés Rubio Blasco, trabajador jubilado de Caja Extremadura, han pasado a mejor vida.
 
              Finalmente, es preciso recordar aquí y ahora la sesión del consejo de administración de Caja Extremadura, de 29-10-2012, que aprobó por 12 votos a favor y 6 en contra el acta del máximo órgano de gobierno, celebrada el 16 anterior, en el que la entidad extremeña daba autorización al consejo del banco para ejecutar las medidas de recapitalización propuestas por Liberbank, y cuya votación es ilustrativa del grado de politización de las cajas en un consejo formado por dieciocho miembros: sí a los despidos: 12 votos a favor ( PSOE, 8; 1 entidad fundadora Obispado de Plasencia; 1, director general, 1 del PP y 1 del representante de CC OO; no a los despidos: 6 votos: PP, 4; 1 de CSICA y 1 del represente del Obispado de Coria-Cáceres, entidad fundadora). Más ilustrativa aún es la composición del consejo y su procedencia y profesionalidad, según revelaba la web de UPyD de Extremadura, no desmentido hasta la fecha por la dirección de la entidad. En la renovación de dieciocho miembros del Consejo de Caja Extremadura, de finales de febrero del pasado año, figuran tres con profesión desconocida: una del PP y dos del PSOE. (Ibíd.).
              Finalmente, queda por saber qué será de la Fundación de Caja Extremadura, ya jubilado su presidente -el sempiterno presidente de Caja Plasencia, Caja Cáceres y Caja Extremadura durante dieciocho años, Jesús Medina-, que para nada ha servido, sino a él para jubilarse con la máxima pensión, tras recibir una millonaria indemnización tras abandonar la presidencia, un salario con categoría de subdirector general por presidirla y presentar un informe trimestral de coyuntura económica regional, realizado por profesores de Económicas, y que le ha supuesto a la Caja 600.000 euros anuales-. Según la futura ley de cajas quien sea hoy consejero (patrono con la nueva ley), no podrá serlo del grupo bancario, incompatibilidad en la que incurriría el presidente de Caja Extremadura, Víctor Bravo, quien en principio se negó a declarar su salario en la Asamblea, pero que nos reveló la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) casi tanto como el Rey, que cobró un sueldo de 292.752€ brutos en 2011. Como para seguir soñando en aquellas cajas en que sus clientes eran lo más importante y no el dinero que tuvieren depositado en ellas. Cercanas, familiares, como de familia, con aquel espíritu del Monte de Piedad tan necesario ayer como perdido hoy, no tanto por la coyuntura instada por los poderes económicos como por la cobertura deseada por políticos que ignoraren los fines para los que fueron creadas y abrazaren otros que ignoraren a los clientes y empleados, pero nunca sus pingües salarios.¡ Adiós, Caja, adiós!
 

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