viernes, 7 de diciembre de 2012

LOS TRIUNFOS DEL FÚTBOL Y LOS PROBLEMAS DE LOS ESPAÑOLES


               Desde el “panem et circenses” (pan y circo) del Imperio Romano, han sido muchos los gobiernos que han alentado esa suerte de distracción para el pueblo. En el anterior régimen, el fútbol y los toros servían de espectáculo para distraer las ansias de libertad o el descontento popular; pero no solo de pan y circo, y de fútbol y toros vive el hombre. Ya lo advirtió Vicente Del Bosque, seleccionador español de fútbol, antes de la última Eurocopa de Naciones de Polonia y Ucrania: “Ganar la Eurocopa no soluciona los problemas de España”, ante la petición de Rajoy de que nos dieran un triunfo para “dar un gran subidón de moral a la gente”. Ganar suponía para el presidente “una alegría” en estos tiempos “tan difíciles” (véase El País del 2 de junio pasado); pero el cauto del seleccionador advertía sobre los peligros y un camino que no sería de rosas para diluir los problemas que nos aquejan.
              En efecto, ni la victoria que supone las mieles para unos y la alegría desbordada para otros lleva a nadie, ni al país entero, a solucionar sus problemas. El fútbol, como antes el circo y después los toros, pueden ser una fiesta de diversión para muchos y una pasión que, fenecida, nos devuelve a una realidad que hemos de afrontar por nosotros mismos.
              La pasión es un sentimiento intenso que puede perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira; el entusiasmo que se pone en algo que se hace o se defiende…, según algunas de las acepciones de la RAE, nos induce a ser protagonistas, o coprotagonistas, pero en la mayoría de los casos no nos devuelven los réditos que otros percibieren, sino fueren virtuales para nuestro espíritu. La pasión y pasiones por otros, no por nosotros mismos o lo que hacemos. Nada nos da el fútbol sino la evasión de quien lo ve pasivamente o el entusiasmo por la victoria si se practica activamente, además de una buena forma física.
              El fútbol como pasión nos lleva a las pasiones desatadas del hombre: a desear la derrota del adversario, aunque su victoria fuere en buena lid, porque favoreciere indirectamente a los colores de nuestra pasión; a discusiones estériles que a nada conducen; a no saber aceptar los errores propios ni las virtudes ajenas; a la pérdida del respeto humano; a sobrellevar la derrota con humildad como aceptamos la victoria con generosidad frente al adversario. Casillas dio un buen ejemplo de esta actitud como capitán al llamar la atención del árbitro que pusiere fin al partido de la final de la Copa de Europa de Selecciones de Kiev, diciéndole: “¡Cuatro a cero ya! ¡Un respeto para el adversario….!”, reproducido con satisfacción por la televisión italiana.
              Los espectadores pasivos solo obtienen una pasión que no pasa del día. Los jugadores, en cambio, logran un premio a su trabajo que va más allá de nuestros amores, celos, odios y envidias. La FIFA dio a la Federación Española de Fútbol 25 millones de euros por ganar el Mundial, de los cuales se había comprometido a pagar 600.000 euros de prima a cada uno de los jugadores. El premio se considera una retribución por un trabajo realizado fuera del territorio español y se permite tributar en el país en el que se llevó a cabo la actividad. Si hubieran pagado en el país de la bandera que defendieron, hubiesen tributado por un 43 por ciento; en cambio, en Sudáfrica fue del 21 por ciento: 5.676.000 euros en España y 2.272.000 euros en Sudáfrica. Con la primera cantidad se podría haber pagado la pensión durante un mes a 7.000 pensionistas. Todo legal por el convenio de doble imposición entre los dos países. ¡Unos patriotas…! Ellos, unos héroes y nosotros, unos villanos, a quienes solo les resta sobrevivir y esperar la segunda fase de la Champions a ver qué nos depara y la Liga, por si hubiere algún tropiezo en la cabeza. Quizá los mismos que cada día tenemos nosotros con el fútbol…, una pasión apasionada que desata aún más las pasiones del hombre.

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