domingo, 8 de enero de 2012

DEL INMOVILISMO A LA REGENERACIÓN DE ESPAÑA

           El pasado año se conmemoró el primer centenario de la muerte de Joaquín Costa, el mayor representante del movimiento intelectual decimonónico español conocido como Regeneracionismo, con su conocido lema “Escuela y despensa”. Han pasado cien años, pero sus ideas no han muerto y parecen resucitar en estos días en los que el PSOE pasa la prueba de selectividad para la larga travesía del desierto que le espera si sus militantes no aciertan en casar el programa de su ponencia marco, aprobada hoy por el Comité Federal, con la persona o personas que han de conducirla para hacer viable el retorno al redil de los desencantados que, por activa o pasiva, dieron a la derecha el mayor triunfo del periodo democrático español desde la Constitución del 78.

            Costa, afectado por el fracaso de su partido Unión Nacional, escribió una obra que los socialistas tratarán de reescribir durante las próximas semanas: “Quiénes deben gobernar después de la catástrofe. Reconstitución y europeización de España”, y uno de sus clásicos: “Oligarquía y caciquismo como la forma actual del gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla”, una denuncia del sistema político canovista de la Restauración que supondría su marginación de los centros políticos del sistema.

            Al escuchar ayer a Carme Chacón durante la presentación oficial de su candidatura para liderar al partido que este solo debe temer al inmovilismo frente al cual defendió una formación “fuerte, activa e inteligente”, recordamos el espíritu regeneracionista de Costa, pues no otra cosa es que lo que pretenden tanto ella como el otro candidato hasta el momento, Alfredo Pérez Rubalcaba.

            En efecto, el partido durante años acomodado en el poder, pareciere haber caído en una actitud que defiende la tradición y que rechazare los cambios que afecten a lo ya establecido; en terminología política, la oposición sistemática a toda innovación, justo todo lo contrario de lo que ahora se predica frente a la desbandada generalizada tras las dos derrotas de las que nadie se hace cargo, como si hubieren venido llovidas del cielo sin más. Es decir, el inmovilismo político y orgánico frente a la innovación ética y social.

            Frente a este “statu quo”, que algunos no quisieran remover, apelamos ahora al espíritu perdido de un partido progresista y de gobierno que tanto ha hecho por la España más necesitada, sobre la que el PP se ceba ahora fiscalmente, y, como Chacón, optamos por un partido “franco, abierto y muy claro”, por una dirección colegiada, por la coherencia y las primarias y por los cambios precisos en las normas de organización, de elección y funcionamiento. Solo de esta forma podremos hablar, como dijo en Olula, por “un PSOE sin fronteras” en el que el ser socialista es también ser un eterno inconformista.

           Para Rubalcaba, la “reconquista de la confianza” en el partido pasa por los consistorios y por conceder una mayor presencia de los municipios en las estructuras del partido; pero no olvida abrir el partido “hacia fuera” y “hacia dentro”, de modo que los militantes no se limiten a ser meros oyentes y votantes cuando todo está consumado.

            El inmovilismo es lo que tiene que consumarse, las puertas cerradas las que tienen que abrirse, el debate de proyectos e ideas lo que hubiere de celebrarse antes que elegir a las personas que encarnen un relevo que no tiene que ser solo generacional, sino de probada capacidad y eficacia para abrir los caminos que se señalen en el congreso y para regenerar un partido que debe buscar las vías perdidas por no escuchar a quienes se debiere y frustrar tantas esperanzas como votos idos.


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