martes, 15 de noviembre de 2011

UNA HORA DE ESPAÑA

Prefacia el maestro Azorín su obra “Una hora de España” con una cita de Calderón, tomada de “En esta vida todo es verdad y todo mentira” (jornada III, escena VII): “…Que fue síncopa de un año o paréntesis de un siglo…”  Censa un siglo cien años, cada año 365 días, cada día veinticuatro horas; pero en esas síncopas de un año, en ese paréntesis de un siglo, en el devenir de un día, ha habido siempre, y seguirá habiendo, una hora de España, singular, recordada, definitiva.

         En su discurso de ingreso en la Real Academia, celebrado el 26 de octubre de 1924, memoraba Azorín a Juan Navarro Reverter, “un político y hombre de mundo”, de palabra insinuante y discreta, que conversa con una dama que tiene ante sí. Se refería el maestro de Monóvar, simplificando el devenir del tiempo a un minuto, a la abstracción ante el mar y el cielo inmensos y se preguntaba qué es el tiempo y qué es la eternidad, en que la abstracción del tráfago mundano le hacía sentirse al lado de los hombres del siglo XVI, y se preguntaba “¿Estamos en 1560, o en 1570, o en 1590? Es una hora de España lo que estamos viviendo. Es una hora de la vida de España lo que vivimos --con la imaginación-- en este atardecer, frente a la inmensidad del mar.”

         De la abstracción a la realidad, ha vivido España muchas horas históricas, desde su nacimiento como nación, y guerras y revoluciones que suponían pasos atrás en lugar de avances en el tiempo, “síncopas de un año o paréntesis de un siglo”. El levantamiento del 2 de mayo, más que la reunificación de los reinos cristianos y la expulsión de los árabes, lanzó la idea revolucionaria de la nación como titular de la soberanía. El mito nacional se movilizó contra el ejército invasor y los colaboradores de Bonaparte. La identificación de liberalismo y defensa de la libertad la selló el diputado asturiano Agustín Argüelles al presentar la Constitución  de 1812: “Españoles, ya tenéis patria”, o algunos de los lemas que hicieron la identidad nacional durante el siglo XIX: “Caminemos todos, y yo el primero, por la senda constitucional”, que dijere Fernando VII tras jurar la Constitución después del pronunciamiento militar de Rafael del Riego que abría el Trienio liberal; “Cúmplase la voluntad nacional”, del regente Espartero (1841-1843); “Viva España con honra”, revolución de 1868; “Son españoles los que no pueden ser otra cosa”, de Cánovas del Castillo; “A mí, que tanto me duele España, mi patria, como podría dolerme el corazón, o la cabeza, o el vientre”, de Unamuno, en “Andanzas y visiones españolas” (1922), artículo en el que criticaba, además, la “manía lamentabilísima” que aqueja a los españoles: la manía de quejarse, que “siempre exagera y la mayor parte de las veces miente”, convertido por Joaquín Bartrina en el poema “Si habla mal de España, es español” :

“Oyendo hablar a un hombre, fácil es
Acertar dónde vio la luz del sol;
Si os alaba a Inglaterra, será inglés.
Si os habla mal de Prusia, es un francés,
Y si habla mal de España, es español.”

         El rey Juan Carlos I, en su primer Discurso de la Corona antes las Cortes, el 22 de noviembre de 1975, dijo que “hoy comienza una nueva etapa en la historia de España, fruto del esfuerzo común y de la decidida voluntad colectiva.”

         Han pasado 36 años de la nueva era, en la que España ha avanzado más que en toda su historia anterior, aunque algunos pretendieren la involución por nadie deseada o poner el freno a las conquistas realizadas.

         El 20-N tendrá lugar otra hora más de España, no abstracta ni imaginaria, sino real. Unos miran por España toda; otros, solo por el poder. Hay dos caminos principales: el que conduce al futuro de todos o el que nos invita a desandar lo andado. España es lo único importante, es de todos y de nadie en particular. Cuando “el caballero de la triste figura” decía hace más de ocho años que “España iba bien”, pregunté en entrevista a un político extremeño que fuere consejero del presidente, y me respondió: “Si España va bien, Extremadura va bien”. No pensare lo mismo quien lo afirmare, como si España se constriñere solamente a sus dominios electorales. Quienes piensan como aquel, hablan de la reconquista nacional, como si Don Pelayo hubiere resucitado y pretendieren gobernar para una parte de España. Los que miran al futuro, nos recuerdan el pasado, y a España entera en su devenir histórico.

         Ante esta nueva hora de España, recordamos el discurso de Azorín, en el que se refería a los obradores de los pueblos pequeños, en el que la tradición de padres a hijos, había ido formando estos oficios. Y a la cantante Cecilia (1948-1976), que reflejaba en “Mi querida España” (1972) un cierto trasunto de nuestro ser histórico:

         “Mi querida España
         Esta España en dudas,
         Esta España cierta
         De las alas quietas
         De las vendas negras
         Sobre carne abierta
         ¨Quién pasó tu hambre?
         ¿Quién bebió tu sangre
         Cuando estabas seca?

         Mi querida España
         Esta España mía,
         Esta España nuestra.”



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