martes, 25 de octubre de 2011

EUFEMISMOS EN EL LENGUAJE TERRORISTA

La Academia define el eufemismo como una “manifestación suave o decorosa de ideas cuya franca y recta expresión sería dura o malsonante”. Los eufemismos suelen ser, según Manuel Seco, nombres cuyo sentido propio es más vago que el sentido de la realidad a la que designan”, todo ello encaminado a lograr un “lenguaje políticamente correcto”. El eufemismo disimula la realidad en un intento de cambiar el color de las cosas o el objetivo que se persiguiere en la utilización de unos vocablos y no otros.

         El cese de la actividad armada proclamado por la organización terrorista el pasado día 20, sin alusión alguna a los 829 asesinatos cometidos, principalmente guardias civiles y policías; los 38 secuestros, ni las extorsiones tanto en el Reino de España y, en menor medida, en la República Francesa, ni mucho menos a la entrega de las armas, ni el recuerdo a las víctimas causadas, más que a los suyas, no supone, en modo alguno, más que una ratificación de sus objetivos iniciales, que ahora parecieren ver al alcance de la mano.

         La organización terrorista abertzale siempre invocó la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales, prioritariamente lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herria de las naciones española y francesa; pero esa guerra, iniciada en 1961 con su primera acción violenta, es para ellos un “conflicto político” y la respuesta de dos Estados soberanos a esa guerra, unilateralmente declarada, resulta ser una “imposición”. Si sus gudaris están cautivos y desarmados, gracias a la acción conjunta de las Fuerzas de Seguridad, los partidos políticos democráticos, la acción de la Justicia y la firmeza del pueblo español, para ellos es un “nuevo tiempo político”, una “oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político”. No puede haber más hipocresía en este sintagma: como si ellos fueran justos y democráticos y “el secular conflicto político” por ellos promovido, fuere una declaración de guerra formulada por dos países soberanos contra sus objetivos.

         Añade el comunicado que, “frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo”; pero, ¿quién ha sido más violento y represor sino ellos? ¿Qué diálogo han mantenido en esta guerra interminable que ha llenado de dolor España, qué acuerdos mantuvieron sino las bombas y el tiro en la nuca?  ¿Quién habla de “nuevo ciclo”, como si el “cese de la actividad armada” fuere el final de la guerra, cuando no hay rendición incondicional, ni entrega de las armas, ni el perdón a las víctimas que redimiere sus innúmeros crímenes contra el Estado, sus servidores públicos y sus ciudadanos…?

         Hablan de “oportunidad” cuando es un paréntesis, como lo fueron sus “treguas” que les sirvieron para rearmarse y reagruparse. Dicen que la lucha “se ha llevado a muchas compañeras y compañeros”, como si ellos no hubieren matado a nadie. Homenajean a los suyos que “están sufriendo la cárcel o el exilio” y se olvidan de las viudas y huérfanos que ellos han dejado con su guerra. Hablan de “la imposición que aún perdura”, en lugar de la “respuesta adecuada” de un Estado democrático y de Derecho a sus afrentas. Se refieren a la esperanza, cuando ellos asesinaron la de tantos. Piden, en fin, a España y Francia “un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto”; pero cómo dos Estados soberanos van a dialogar con terroristas para resolver un conflicto que originaron ellos tras el daño causado, sin entrega de sus arsenales, sin perdón a las víctimas… Y concluyen, en fin, haciendo un llamamiento a la sociedad vasca para “construir un escenario de paz y libertad”, que ellos han mantenido durante ellos con el miedo y el terror.

         Tantos eufemismos no son suficientes para cantar victoria, porque la guerra no ha terminado. La condición terrorista de la organización, admitida por la mayoría de los Estados y organismos internacionales, como Naciones Unidas, el Consejo de Europa o la Europol, debe pervivir hasta el final, como la lectura hecha por Estados Unidos, que no ha eliminado de su lista de organizaciones terroristas a la citada banda armada española. Ignoro a cuento de qué viene cantar victoria, cuando está por llegar, cuando en el comunicado se dice sin ambages que “cada logro será fruto del esfuerzo y de la lucha de la ciudadanía vasca”… La guerra, pues, no ha terminado cuando los eufemismos sustituyen a las balas.

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