jueves, 6 de octubre de 2011

AQUEL CARAMELO QUE TE ENVIÉ


Cuarenta y cuatro años después de la primera Eurocopa de Selecciones de Fútbol ganada por España a la antigua URSS por 2-1, y en vísperas de la segunda ganada a Alemania en Viena, “Informe Robinson” reunía en su programa televisivo, tras veinte años sin verse, a las dos figuras del encuentro: Pereda y Marcelino, los autores de los dos goles que, junto a Luisito Suárez, escribieron la primera página histórica del fútbol español.

         Chus Pereda, fallecido el pasado 27 de septiembre, pasará a la historia no solo por su gran trayectoria deportiva, sino por ser uno de los héroes capaces de batir a Yashin y darle el pase de oro para que Marcelino, con su prodigiosa cabeza, batiera a la “Araña Negra” casi al término de un encuentro rodeado de tintes políticos, deportivos y manipulados en los videos durante años, que no le otorgare a él la gloria del caramelo que le dio a Marcelino “y que tú hiciste bueno”.

         Durante ese encuentro en Ares, la localidad gallega natal de Marcelino, propiciado por Robinson, Pereda le recuerda los dos goles: el primero, marcado por él mismo, ante un balón suelto caído a sus pies,  entre los dos defensas centrales tan altos como Yashin, Choustikov y Boronine, que marcare a placer, y el pase, tras “el rabo de vaca”, que diría Suárez, que le hiciere a un jugador soviético y que centró a media altura, para que Marcelino, escorando su testa a la derecha, lograre conectarlo y meterlo junto al poste izquierdo de la portería soviética.

         Durante años, el No-Do adjudicó el pase a Amancio en lugar de a Pereda, que la retransmisión radiofónica sí recogió, no así las cámaras de TVE, que no captaron el momento y maquillaron la jugada incorporando un centro al área de Amancio. Todo el mundo se creyó a pie juntillas que el autor del pase fue Amancio hasta que, a principios de este siglo, TVE logró las imágenes de la televisión rusa que hizo justicia al coautor de uno de los tres goles más importantes de la historia del fútbol español, junto al de Torres en Viena, que nos valió la segunda Eurocopa en 2008, y el de Iniesta en Sudáfrica, con el que logramos nuestro primer Mundial frente a Holanda.

         A qué discutir la autoría de la asistencia si fue Pereda quien  marcare el primer gol y diere el pase para el segundo que, hasta hace tres años, pareciere el único gol famoso marcado por la Selección Nacional desde el célebre de Zarra al inglés Williams en el Mundial de 1950. Así lo reconoció el montador de No-Do, Antonio García Valcárcel, al afirmar que el centro no lo recogió el operador y se eligió un plano de Amancio centrando. Así lo testificaron los dos locutores de entonces: Martín Navas, en RNE, quien afirmare con narración veloz, que “Marcelino recogió el impresionante centro de Pereda, constituido en extremo, en el ángulo izquierdo del área correspondiente al equipo ruso”, y “Marcelino, señores oyentes, con su impresionante remate de cabeza…, ha conseguido el segundo gol para España.” Y el maestro Matías Prats, que narraba: “En el segundo tiempo se acusa con mayores acentos la furia española y el fondo físico y moral de nuestros muchachos…, se reclama penalty a Pereda, que el árbitro no concedió” y, a los 39 minutos del segundo tiempo, “Marcelino marca el tanto triunfal… ante cien millones de europeos.”

         Ya el maestro de locutores había ofrecido datos bastantes para aminorar los tintes políticos del encuentro: España vestía de azul, equipación que ya había utilizado en ocasiones; y la URSS, de rojo. La Unión Soviética eligió campo y sacó España. Los dos equipos son recibidos con idéntica cortesía. En el palco, presidido por el Generalísimo, se encuentran los Príncipes, doña Sofía y don Juan Carlos, y don Alfonso de Borbón; el vicepresidente del Gobierno, Muñoz Grandes, el ministro señor Solís, junto a los presidentes de la FIFA y de la UEFA y el de la Federación Soviética. “El partido se transmite en directo a toda Europa por Eurovisión e Intervisión…”

         Cuatro años antes, en 1960, a España le tocó enfrentarse a la URSS en los cuartos de final de la Eurocopa. El Gobierno español prohibió a los jugadores viajar a Moscú para disputar el partido de ida, solo cuatro días antes de la fecha del encuentro. Carrero Blanco y el ministro de la Gobernación, Alonso Vega, fueron los principales instigadores de la decisión. España recibió en silenció la decisión y, resignada, se preguntaba si aquella gran selección de jugadores hubiera podido llevarse el torneo, que logró la URSS en París.

         En 1964 les tocó enfrentarse de nuevo, pero esta vez en España. Las cosas habían cambiado: se habían restablecido las relaciones diplomáticas con la URSS por motivos comerciales más que políticos. El partido se disputaría en el Bernabéu, escenario de las victorias del Real Madrid y de las manifestaciones del 1º de Mayo en plena campaña propagandística ideada por el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, a la sombra de los 25 años de paz; pero había sus dudas: Franco hizo llamar al seleccionador Vilallonga, militar de carrera, para preguntarle por las posibilidades de una victoria, que les valió 100.000 pesetas de la época a cada jugador. Solís convenció al Generalísimo. Triunfó el deporte y no hubiere problema para que las banderas ondeasen en lo alto del estadio y sonasen los himnos nacionales. El gol de Marcelino desató el delirio y la pasión patriótica. Pereda fue el rey, pero la corona de laureles se la llevó Marcelino. Con su muerte, a él también le llegó su gloria.


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