miércoles, 5 de mayo de 2010

EUSTASIO LOPEZ, EL CORRESPONSAL

Eustasio López Jiménez, maestro nacional jubilado, ha fallecido en Valencia de Alcántara, el último pueblo en que ejerciere su profesión y al que dedicare los años más fecundos de su vida profesional y de corresponsal de prensa de pueblo. Durante casi cuatro décadas (1960-1990), “Desde Valencia de Alcántara, informó Eustasio López”, fue el cierre a sus informaciones diarias habladas para Radiocadena Española en Cáceres y más tarde en RNE en Extremadura. Y, sobre todo, en El Periódico Extremadura y en la agencia Efe, desde los que diera a conocer su último pueblo al mundo entero.

A principios de los ochenta, el primer alcalde democrático de Valencia de Alcántara criticaba en cierta ocasión ante el director de El Periódico Extremadura al modelo de corresponsal de pueblo, que nada pidiere, sino solo sobres y papel para escribir. El director, entonces, le contestó: “Si no fuera por Eustasio, Valencia de Alcántara no existiría en el mapa de España.”

Y, en efecto, así fuere, Eustasio López hizo por su pueblo lo que nadie hiciere: darlo a conocer al mundo, su historia, su arte, su vida cotidiana toda; el cierre de su comisaría de la frontera, la historia política, cultural y social de un pueblo fronterizo y de la célebre carretera que a él nos une, a la que le puso por nombre “La Cenicienta”. Luchó Eustasio como nadie por ennoblecer esa vía en la que tantas mujeres de su último pueblo dieren a luz por sus tortuosas curvas antes de llegar al hospital de la capital de la provincia. Nos contare la historia, el arte y el turismo de su campiña.

Le conocí en Cedillo cubriendo el accidente de la presa que ocasionare varios muertos. Le llamé, por la primera vez, el día de la Revolución de los Claveles (25 de abril de 1974), a instancias del periódico “Arriba” de Madrid, para saber cómo estaba la frontera tras el golpe de estado que terminó con la dictadura salazarista. “No pasa nada”, me dijo.

Recuerdo ahora con sonrisa una de sus últimas noticias ofrecidas a la agencia Efe en el verano de 2006: durante el oficio de un funeral por un vecino, sonó un móvil en su ataúd. Ni el oficiante ni su familia se atrevieron a abrirlo. Hubieron de llamar a un empleado de la funeraria, que lo perdiere al prepararle su mortaja. No había utilizado el difunto jamás móvil alguno y, en su sueño eterno, recibía una llamada que no fuere para él. Dio la noticia la vuelta a España, como tantas que él ofreciere.

No hubiere corresponsal alguno de prensa, radio y agencias como él: siempre al pie del cañón. Cuando el redactor jefe de El Periódico Extremadura le ofreció una página semanal de su Valencia de Alcántara, a principios de los noventa, saltó de alegría como el niño que siempre fuere. Todo por su Valencia de Alcántara, desde que la que por última vez, y esta vez no fuere él, “informó Eustasio López”.

Doy la noticia que nunca quisiere dar, tras haber conocido el difunto la dicha de ser bisabuelo; de ver en el pueblo que tanto amare a su hijo de alcalde durante años y de consejero de la Junta de Extremadura; de haber compartido con él conversaciones entre los vinitos que se tomare a mediodía en “El Clavo”; de sentir su humanidad de maestro; de haber compartido, asimismo, con su hijo Fancisco Javier López Iniesta tantos momentos profesionales como humanos, en Cuacos de Yuste y Valencia de Alcántara, en ambos, y en Mérida.

Descanse en paz quien lograre su gloria eterna en Valencia de Alcántara como corresponsal, maestro, padre, abuelo y bisabuelo.

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