sábado, 31 de octubre de 2009

GRANADILLA, LA VILLA DE LAS TRES CULTURAS DESTERRADAS

A sangre y fuego, por decretos de la Corona o de la dictadura, las tres culturas que habitaren la villa de Granadilla (Cáceres) fueron desterrados de la fortaleza que fundaren, vivieren y en la que hubieren descendencia bastante para subsistir desde el siglo IX hasta mediados del siglo XX.

Fundan los árabes Granadilla en el siglo IX. En 1160, Fernando II de León la reconquista. La Corona hace merced de Granadilla a Rodrigo Pérez de Villalobos, que fija con el obispo Arnaldo los términos juridisccionales entre los concejos de Palomero y la villa.

En 1489, el Duque de Alba Fadrique Álvarez de Toledo impone una serie de medidas especiales contra los grupos minoritarios judío y árabe: cómo llevar distintivos en su ropa; legisla su apartamiento en juderías y morerías, veta la venta de alimentos a los cristianos, prohíbe trabajar en los días de festividades cristianas, tener juegos… En 1490 hay una aljama, o institución jurídica y administrativa judía, en Granadilla, con una judería apartada desde enero de 1489, que rige la vida de los asentamientos judíos de Abadía y Aldeanueva del Camino. En 1492, los Reyes Católicos hacen público el Decreto de expulsión y conversión de los judíos. El 19 de diciembre del mismo año, publican una Carta de Amparo que permite el retorno judío, previa conversión al cristianismo, y la devolución de los bienes y deudas depositados en terceras personas. En mayo de 1493, los alcaldes de la villa y tierras de Granadilla reciben un mandamiento de los Reyes Católicos por el que se ordena congelar el pago de las deudas a los judíos exiliados del señorío, entretanto la Corona resuelve de quién es la propiedad. El 4 de abril de 1609 se produce el decreto de expulsión de los moriscos. A lo largo del año siguiente, recibirán la orden de expulsión los moriscos de Extremadura, Aragón, Castilla y Andalucía, con Felipe III.

El señorío de Granadilla ha pasado por las manos de maestres de la Orden de Santiago, infantas e infantes, señores de origen judío… En 1444, Juan II expropia al Conde de Alba los señoríos de Granadilla, Montemayor y Miranda del Castañar. En 1446 pasa a la Casa de Alba hasta 1830.

Los cristianos construyen su templo dedicado a la Asunción entre 1515 y 1520. En 1521 celebran culto en él por primera vez. En 1837, la Diputación Provincial de Cáceres, recién constituida, ordena la disolución de la Junta de Sesmeros de la Villa y Tierra de Granadilla. En 1837 se disuelve su señorío. El 15 de enero de 1932, el ayuntamiento de Coria invita al de Granadilla para estudiar el proyecto de embalsamiento del río Alagón. En 1939, ya con el Generalísimo Franco en el poder, se inician los expedientes expropiatorios del término de la villa, tanto de fincas rústicas como urbanas, tramitado por el procedimiento de urgencia. En 1950, por Real Decreto, se declara la urgente construcción del pantano de Gabriel y Galán. En 1955, el Consejo de Ministros acuerda el terreno inundable. En 1957 se inician las obras de construcción del embalse, que concluyen en 1962. El 6 de mayo de 1965, culmina el proceso de disolución del municipio por Real Decreto 1.347/1965. El 31 de julio de 1965 se firma la última acta del libro de sesiones.

Árabes, judíos, moriscos y cristianos…, todos fuera, por la fuerza de las armas los primeros, por su fe los segundos, por el desarrollismo franquista los últimos.

Vísperas del Día de Difuntos, la villa perdida recibe mañana a sus últimos habitantes y descendientes nacidos en el exilio. Solo rezos y lágrimas por quienes allí duermen para siempre.

Ya los árabes cantaron la humillación vergonzosa de los pueblos desterrados. En 1248, el poeta Ar-Rundi escribe tras la caída de Sevilla a manos de Fernando III:

“¿Oh, quién reparará la humillación de un pueblo que una vez fue poderoso, un pueblo al que ha cambiado la situación de injusticia y los tiranos?/ ¡Ayer eran reyes en sus propios hogares, pero hoy son esclavos en la tierra de los infieles!/ Los verás desconcertados, sin nadie que los guíe, portando el paño de la vergüenza en todas sus formas,/ y contemplarás su llanto cuando son vendidos, el miedo en su corazón y el dolor que los embarga.”

Como los árabes, sus fundadores, los judíos y los moriscos, los cristianos de Granadilla hubieron de asumir la vergüenza de un destierro obligado, impregnado en su esencia por un autoritarismo salvaje. “¡Váyanse ya; llévense hasta las sillas”, les decían a nuestros padres…

Cantaren los cristianos su aflicción en su “Salve Regina”: “Salve, Regina, mater misericordiae: vita, dulcedo, et spes nostra, salve. Al te clamamus exsules filii Hevae. Ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle…” (Salve, Reina, madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas…)

Dios había advertido a Moisés que los israelitas no podían reclamar derechos de propiedad sobre la Tierra Prometida: todos ellos eran simples inquilinos, huéspedes temporales en una tierra que debemos compartir de la mejor manera posible: “La tierra no puede venderse a perpetuidad, pues Mía es la tierra, ya que vosotros sois para mí como extranjeros o peregrinos.” (Levítico, 25:23). Asimismo, según el Corán, ningún pueblo puede reclamar el monopolio de la verdad revelada, pues cada pueblo ha sido bendecido con profetas y mensajeros. La historia continúa…

La tierra prometida para los cristianos de Granadilla era Alagón, del Caudillo antes; Alagón a secas después; hoy Alagón del Río, municipio independiente; pero hubieren de pagar, para tomar posesión de su casa y parcela, el 80 por ciento del coste total impuesto por el Instituto Nacional de Colonización; las expropiaciones sin satisfacer, los bolsillos vacíos… Se produjo una segunda inmigración, esta voluntaria, hacia otros territorios de España.

No resistió Granadilla tantos asaltos a su fortaleza. Árabes, judíos y cristianos dejaron allí sus vidas y haciendas, sin lágrimas para el exilio forzoso.

En 1989, Pedro Almodóvar rueda, en una villa ya destruida, las últimas escenas de su película “Átame”. Ha invitado el protagonista, Ricki, (Antonio Banderas) a su seducida Marina (Victoria Abril) a visitar su pueblo: “Mira --le dice--: está aquí, entre Plasencia y Hervás.” Ya Ricki en lo alto del castillo, ve llegar un vehículo por el camino polvoriento. Llegan Marina y Lola, su hermana (Loles León). De regreso, entona ésta la canción del Dúo Dinámico: “Resistiré”:

Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz.

Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerme en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared.

Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie
Resistiré para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré

Y aunque los sueños se me rompan en pedazos

Resistiré, resistiré
…”

Granadilla resistió el último asalto a su fortaleza: en 1979 se rehabilitó el castillo; en 1980 fue declarada monumento histórico-artístico; en 1984 se iniciaron las obras de recuperación gracias al Programa Interministerial de Pueblos Abandonados. Mañana, los cristianos de Granadilla tornan a ella para honrar a sus muertos, “gementes et flentes, in hac lacrimarum valle”...

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