miércoles, 8 de abril de 2009

“EL LOBO” CON CORAZÓN DE CORDERO

No es que se trajere desde su Velilla del Río Carrión una piel de lobo para cubrirse del frío que allí pasare de niño. Más bien, el corazón de cordero cuya estela de ternura ha dejado estrellada en las tres instituciones a las que dedicó su vida: el Cacereño de sus amores, Caja Rural y Caja Duero.

Un lejano día, vi a mi padre hablando con “el lobo”. “¡Anda! ¿Y de qué conoces tú a ese jugador del Cacereño…?, le interrogué. “Es de Velilla”, me contestó. Su pueblo es también parte de nuestro pueblo en el exilio: allí marcharon algunos de los nuestros a buscar trabajo en las minas, expropiadas sus propiedades y condenados al destierro. No perdería aquella relación de connivencia “el lobo” con quien le consideró siempre amigo y paisano.

“El lobo” era así conocido porque corría y corría por todo el campo del “Príncipe Felipe” en busca de su presa: el balón, que le pasaría a Mori o a Manolo en busca del gol de la victoria. ¿Quién no le reconocía y conocía en Cáceres?, si jamás fuere “un lobo con piel de cordero”, sino un cordero en la ciudad y un “lobo” en el campo…?

José María Asenjo es un mito viviente del Cacereño, fue un trabajador entregado, compañero de los suyos, amigo de todos. No había favor que se le pidiere que no te concediere si estaba en su mano. “El lobo” extendió por Cáceres sus correrías por el estadio y, con su corazón de cordero, conquistó a todos, porque aprendió en la universidad de la vida lo que aquélla no enseña.

Mori se fue un día al Celta; Manolo al Sabadell, al Murcia y al Atlético de Madrid; pero él echó raíces aquí y sirvió a sus empresas con la lealtad que solo pueden dar los caballeros que, con traje o sin él, lo son siempre porque su corazón es de cordero. Pudo haber logrado como futbolista más renombre que como empleado; pero ha sido más conocido como empleado de dos cajas y como amigo de todos que como “el lobo” que fue en el campo y el cordero en la ciudad.

Asenjo perdió a Mari Carmen, que le dio lo mejor de su vida, sus tres hijos. Rescató a Mohamed de los campamentos del Sahara y fue también su padre mientras pudo y, sobre todo, hizo realidad el principio de cercanía de las cajas a sus clientes, tanto que multiplicó por mil los talentos que le dio la vida y por cinco mil, la bondad de un corazón de cordero desparramada en la ciudad tras dejarse la piel de lobo en el campo. Porque Asenjo ha sido nada más y nada menos que eso: “el lobo con corazón de cordero” que se entregó a todos por su causa. ¿Olvidaría lo que un día me dijo: “te necesitamos”? Como nosotros a ti, José María, santo y seña de tres símbolos de Cáceres, de tu humanidad derramada hacia los demás, cacereño adoptivo por la ciudad que te lo dio todo y tú a ella, tu bondad.

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