domingo, 31 de agosto de 2008

LOS DOS LEGADOS DE FERNANDO HERNÁNDEZ


Los periodistas, fedatarios de la actualidad, no somos, ni debemos ser, noticia nunca, quizás hasta la muerte. Fernando Hernández (Cáceres, 1958-2008), ha sido, como algunos pocos elegidos, una excepción a la regla, no tanto por su veterana juventud, arrebatada por la muerte, como por los dos legados principales que nos ha ofrecido en vida.

Fernando, con quien tuve la fortuna de compartir múltiples avatares de la profesión desde sus inicios en Cáceres, ha dejado a su paso por RNE y TVE en Extremadura dos legados: el profesional y el humano, una profesionalidad desbordada en el oficio y una humanidad expandida más allá del horizonte de Extremadura, donde vivió, trabajó y amó durante su medio siglo de su vida.

En los empieces de su profesión, hubo de hacer, por la carencia de medios, lo que algunos hubimos de compartir y hoy casi nadie hace. Fernando no solo redactaba y editaba las noticias, sino que, en más de una ocasión, hizo su particular maratón para llevarla a Madrid y que se difundieran en tiempo y forma. Ni sus predecesores cacereños de la décadas de los 70 y 80, los cámaras de TVE, hubieren hecho nunca tal cosa: las cintas se enviaban por correo a Madrid y las noticias, a falta de redactores, las recogían de los periódicos. Las noticias de Extremadura las ofrecía TVE en su informativo territorial desde la central de Prado del Rey con varios días de retraso, hasta que en mayo del 89 se inauguró el Centro Regional de TVE en Extremadura.

Como periodista, Fernando no se conformaba con el corte de audio que pudieran ofrecerle, tan al uso hoy en día en los medios audiovisuales, sino que ahondaba con preguntas inteligentes en los porqués de lo que se anunciaba o decía, como si intentara ir más allá de algo, que, por desconocido o novedoso, él quisiera revelar en todas sus aristas y matices.

No se conformó tampoco en su profesión quien fuera el primer jefe de los Servicios Informativos de TVE en Extremadura y redactor jefe posteriormente. Fernando ejerció la profesión como vocación de servicio y, además, ha legado a más de 200 familias extremeñas el don de la paternidad y maternidad libremente asumida para quienes tuvieren un corazón tan grande como el suyo --como esposo y padre-- y para los que, aun teniéndolo, no podrían compartirlo con la dicha de una hija que no podría llegar sino con la adopción.

Él mismo abrió la cuenta de las adopciones de niñas chinas en Extremadura, acogiendo a dos ellas como propias en su casa. Fundó la Asociación Extremeña en Defensa del Niño (ANDENI), fue su presidente regional y, por su entusiasmo, uno de los fundadores de la nacional.

¡Cuántas reuniones informativas sobre la adopción mantendría Fernando en Mérida y en Extremadura! El periodista se convertía así en informador y protagonista de la noticia que ansiaban tantas familias extremeñas: cómo llegar a la adopción de una niña china. Y con ello llevó la felicidad a muchos padres y madres putativos.

La noticia de su temprana muerte me ha sorprendido fuera de Extremadura; pero no por ello he dejado de recordarle desde ese día: nuestros encuentros profesionales, su voz en la radio, sus reportajes en TVE, sus preguntas inquisitivas, los mimos que le prodigaba a su primera hija adoptada, a mi lado, que quizá nunca hubiere tenido donde naciere. Como la de tantas otras criaturas que, por su empeño y voluntad, colmaron de felicidad a una Extremadura, que también por él se abrió al mundo; desde su gran corazón de padre; desde la sonrisa tierna y franca con la que siempre nos saludábamos.

La Asociación de Periodistas de Cáceres, que diligenció su primer carné profesional de periodista, le recordará siempre en el archivo de su memoria.
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El autor es vocal de la junta directiva de la Asociación de Periodistas de Cáceres (APC)

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